Galería HUAM

Paraguay, donde inmigré y me instalé junto con mis padres en mi juventud, no era una tierra tan atractiva.
En realidad, soñaba con convertirme en artista, así que quería ir a París, Francia o Nueva York, Estados Unidos, y estudiar arte.
En esos momentos me costó mucho aceptar mi realidad en la que tuve que ir al Paraguay del continente latinoamericano que estaba lejos del eje del arte.
Haciendo trabajos monótonos en la fábrica que dirigían mis padres, los nativos locales siempre sonreían en sus rostros, recuerdo.
Se veían ridículos y absurdos cuando la gente movía las caderas y bailaba al son de la música.
No puedo entender por qué estaban tan felices, a pesar del duro trabajo que hicieron.
Aquellos días fueron tan oscuros para mí que sentí ganas de escapar de todas las cosas que se me dieron.
(Saltar)
Con el paso del tiempo, me di cuenta de que donde estoy ahora no es Paraguay sino un gran continente….
Mientras visitaba muchos países de América Latina, como Argentina, Brasil, Colombia. Bolivia, Costa Rica, Ecuador, etc…,
Puedo sentir vívida y agudamente lo deslumbrantes que son las luces del sol,
que limpias son las lluvias de verano,
qué luminosas brillan las estrellas contra el cielo nocturno,
qué espléndidas son las plantas tropicales y los árboles en flor que florecen en cuatro estaciones,
y la energía indefinida que da la caída del agua.
Además, me di cuenta de que incluso la civilización científica más avanzada parece humilde en comparación con la grandeza de la naturaleza.
El sonido fuerte y dinámico de la caída de Iguasu pareció dar una lección muy importante de modestia para mí, que era arrogante y altivo.
Ahora, entiendo por qué esa gente sonrió inocentemente.
Es muy afortunado que tengo a mi mentor llamado la naturaleza.